Fecha de publicación: 2015
ISBN: 978-84-16-29043-7
Número de páginas: 279
Editorial: BlackieBooks
Número de páginas: 279
Editorial: BlackieBooks
"Me violaron a los seis años.
Me internaron en un psiquiátrico.
Fui drogadicto y alcohólico.
Me intenté suicidar cinco veces.
Perdí la custodia de mi hijo.
Pero no voy a hablar de eso.
Voy a hablar de música.
Porque Bach me salvó la vida.
Y yo amo la vida.
James Rhodes es uno de los más eminentes concertistas de piano de la actualidad y un gran renovador de la música clásica. Ha protagonizado documentales para la BBC y Channel 4, escribe en The Guardian y ofrece recitales en todo el mundo."
Me internaron en un psiquiátrico.
Fui drogadicto y alcohólico.
Me intenté suicidar cinco veces.
Perdí la custodia de mi hijo.
Pero no voy a hablar de eso.
Voy a hablar de música.
Porque Bach me salvó la vida.
Y yo amo la vida.
James Rhodes es uno de los más eminentes concertistas de piano de la actualidad y un gran renovador de la música clásica. Ha protagonizado documentales para la BBC y Channel 4, escribe en The Guardian y ofrece recitales en todo el mundo."
Por lo general, cuando escribo, suelo ponerme un filtro en la mente para evitar que aquellas palabras que uso con demasiada asiduidad (véase: joder, puto, ... ) salgan a la superficie; sin embargo, como la ocasión lo merece y considero que soy incapaz de hablar de algo con verdadera pasión sin que "la malhablada Ro" salga a escena, esta vez será mi versión más jodidamente sincera la que hable de esta obra maestra. Por lo tanto, te pido perdón de antemano por lo que pueda pasar desde el primer momento en el que empieces a leer el siguiente párrafo de este texto. Pienso abrirme en canal y quizás diga cosas que hagan que me sienta expuesta ante aquellos que me conocen, pero me la suda. Sinceramente, gracias a lo vivido, soy lo que soy. Las experiencias que vivimos son las que nos forman como personas y yo, para bien o para mal, estoy orgullosa de quien soy.
Mi vida podría resumirse en cuatro palabras: café, tabaco, Braca y Bicho. Seguro que las dos primeras palabras las has entendido. La tercera, Braca, es mi perra (sí, cuando la adopté ya tenía ese nombre -recuerda que los animales se adoptan, no se compran-; es una hembra de braco alemán y se llama así, súper original). La cuarta palabra es el nombre de mi piano. El primer momento en el que lo vi, cuando me lo regalaron el día en el que cumplí 16 años, les dije a mi padre con los ojos brillantes y la boca babeando "joder, menudo bicho me habéis metido en casa" y así se le ha quedado: Bicho. Él es un bicharraco de pared, de color negro, que, citando al autor de este libro, esconde un universo en cada una de sus putas teclas. Y me da igual que mi piso no sea una mansión, me da igual que ocupe la mayor parte del pasillo, me da igual que cuando estoy tocando nadie pueda pasar por el pasillo porque bloqueo el paso, me da absolutamente igual. ¿Por qué? Porque es mi vida y no se puede renunciar a aquello que te da la vida.
Una vez alguien me preguntó que qué era lo que más me gustaba de tocar el piano. En ese momento no supe contestar a la pregunta, pero ahora lo sé. Joder si lo sé. Cuando empecé a tocar, con unos seis o siete años, mi actitud ante la vida era bastante deprimente (tampoco ayudaba que yo fuer una niña terriblemente tímida, vergonzosa, torpe en lo social y con miedo al rechazo). Iba al colegio sin pena ni gloria, ni siquiera me molestaba en poner buena cara cuando la gente se acercaba a mí. En ese sentido, puede que fuera una jodida estúpida, pero eso lo sé ahora con casi 24 años y no entonces. El caso es que comencé a dar clases de piano a la hora de los recreos. No he ido al conservatorio ni polladas de esas, simplemente me dedicaba a seguir las instrucciones de mi profesora de música del colegio. A partir de ahora voy a referirme a ella como Salvadora, porque eso es lo que fue y además es un nombre curioso. Salvadora y yo utilizábamos las horas, en las que se supone que yo tenía que estar en el recreo manchándome el uniforme de barro y corriendo mientras gritaba, para perderme entre las teclas de un viejo piano de madera roñosa que había en una sala del colegio (en el vídeo que tienes debajo de este párrafo puedes ver a Salvadora tocando ese piano del que hablo mientras yo canto -porque sí, yo creía que era una diva y me venía arriba cuando me daban un micrófono-). Poco a poco, con todo eso que acarrea el ir creciendo y los problemas que van de la mano de la jodida adolescencia, sentía que esas dos horas a la semana me parecían pocas. Decidimos que teníamos que aumentar las horas de clase semanales porque no me bastaba con una, ¿cuál era el problema? Tenía que saltarme clase porque los recreos ya estaban cubiertos. Yo entendía que no podía saltarme una clase de matemáticas, por decir alguna, para ello; por lo que la asignatura escogida fue la de educación física. Quizás por eso ahora tengo alergia al deporte, quién sabe. El caso es que, sin darme cuenta, mi amor por ese instrumento iba creciendo exponencialmente, me ofrecía un sin fin de cosas intangibles que acabaron convirtiéndose en una especie de droga para mí (de hecho, lo siguen siendo a día de hoy).
Por entonces, en mi casa solamente había un triste teclado que carecía de pedales y que cuando tocabas una tecla sonaban las dos de al lado al unísono pero no la que tú querías. Tocar en ese teclado era todo un ejercicio de control porque, siendo tan bruta como soy y teniendo tan poco tacto como tengo, más de una vez quise partirlo en dos. Sin comerlo ni beberlo, esa mierda de cacharro, también se convirtió en mi amigo (aunque he de reconocer que no hay ni punto de comparación con la conexión que tengo con Bicho). ¿Que estaba triste? Para ahí que iba. ¿Que estaba feliz? Pues para ahí también. ¿Que estaba nerviosa? Hola, teclas. Y así continuamente. Luego llegó Bicho y ya fue la puta hostia porque me sentía como Dios pudiendo tocar y que sonaran los sonidos cuando debían, podía poner la sordina (se utiliza para disminuir la intensidad del sonido) y podía alargar las notas todo lo que quería porque tenía sus jodidos pedales correspondientes. Creo que eso es lo más cerca que he estado en mi puta vida de tocar el cielo.
"La música clásica me la pone dura". Vale, sí. Ya sé que no te esperabas que dijera eso. Esta es la primera frase que aparece en el libro de James Rhodes y es la primera verdad que comparto con él. Vale que yo no tengo nada que pueda ponerse duro (los pezones, supongo), pero quería mantenerme fiel al autor y sudaba de cambiarlo por algo así como "la música clásica hace que se me mojen las bragas". En fin, de todas formas, creo que has pillado el mensaje que quiero transmitir. Quienes realmente me conocen saben que la música y yo somos un binomio indivisible (igualitos que los packs de tomate frito del Mercadona). O bien cantando, o bien tocando el piano, o bien bailando, me la suda. La música es jodida vida. Me da igual de qué puto género sea, me da igual en qué siglo apareció, yo soy capaz de correrme con un nocturno de Chopin y con un solo de guitarra en un temazo de Metallica. La música no entiende de edades, ni de géneros, ni de razas, ni de colores o de jodidos números. La música te hace sentir todo aquello a lo que estés dispuesto o dispuesta (y a lo que no también, no te engañes).
He empatizado tantísimo con James Rhodes que hasta me asusta. Vale, de mí no abusaron repetidas veces cuando tenía seis años, ni he estado en hospitales psiquiátricos ni me he intentado suicidar. Sin embargo, yo también sentía que estaba hundida en la mierda y fue justamente Bach quien me salvó (como a él, mira tú que casualidad). Recuerdo que Salvadora no dejaba de decirme que comprara libros a los que yo les tenía un odio increíble porque eran súper aburridos y consistían en una serie de partituras que estaban llenas de escalas y arpegios para que el estudiante mejorara su técnica, pero no eran una melodía agradable y no transmitían nada. Un ejemplo, del cual también habla Rhodes en el libro, es Czerny. Este fue un pianista y profesor austriaco que tiene millones de libros de ejercicios aburridísimos y que todo pianista conoce. Recuerdo tenerle un asco tremendo a ese libro de color verde moco. De hecho, lo sigo teniendo a día de hoy y cada vez que lo miro tengo un escalofrío. Yo estaba derrotada, incluso pensaba en dejar de tocar porque a mí esos ejercicios no me llenaban y sentía que si todo iba a ser así siempre no me valía la pena seguir con ello. Un día, Salvadora me regaló un libro, me regalo EL libro. Yo estaba ya hartísima de hacer esos ejercicios técnicos día sí y día también y cuando me pidió que me estudiara de memoria el Preludio en sol mayor de Bach (que así dicho te suena a chino, lo sé, pero si lo escuchas seguro que te suena: escúchalo aquí) yo estaba que no cabía en mí de alegría. Por fin iba a tocar algo diferente e interesante. Cuando conseguí tocarlo de cabo a rabo algo se encendió en mí, por fin sentí esa jodida conexión que solamente pueden entender aquellos que tienen algo que aman y que les apasiona, por fin me sentí viva y completa. Menos mal que apareció Bach con su jodido preludio porque si no no sé dónde cojones estaría yo ahora.
Como amante de la música, como intento de pianista, como fiel seguidora de Bach y como fan absoluta de todo lo morbosamente oscuro y trágico, he de decir con cierta rotundidad que este libro es una jodida obra maestra. Es una apología a la vida, al amor, a la música, a la renovación, al crecimiento personal, a la empatía, al dejar de ser egoísta, al dejar de ser la víctima. Este libro encierra entre sus páginas muchísimo más que una puta autobiografía. Tenía la intención de marcarme aquello que despertaba mi interés, pero llegó un punto en el que desistí porque el libro entero estaba haciéndolo. Además, mientras leía, iba escuchando todas aquellas obras que el autor nos pedía que nos pusiéramos de banda sonora a cada capítulo. Os aseguro que si leer un buen libro es grandioso, hacerlo mientras escuchas a Mozart o a Schumann (por decir dos compositores aleatoriamente) es jodidamente orgásmico.
Si este libro tiene un cinco sobre cinco es porque me ha calado, porque consiguió que me emocionara (todavía tengo una resaca emocional de cojones, y eso que hace ya unos días que terminé de leerlo) y porque consiguió que me replanteara la vida. Para mí esta lectura ha sido jodidamente especial, James Rhodes me ha taladrado el alma sin proponérselo. Sinceramente, la música no son solamente notas que entran por tus oídos, son flechas afiladas que van directamente al corazón y que se anclan en él para que sientas que están ahí.
Como ya te he dicho, ahora sí que sé qué significa para mí tocar el piano. Tocar el piano (al igual que bailar o cantar) es para mí estar viva. Me atrevería a decirte que lo que siento mientras toco no lo siento de ninguna otra forma, que tocar el piano hace que me relaje y me estrese al mismo tiempo, que tocar el piano me llena y me vacía por dentro, que tocar el piano hace que mi cuerpo entero se zarandee y espabile. Me da igual estar interpretando un menuet de hace trescientos años o un cover de una canción pop de ahora, me la suda porque el sentimiento es el mismo: vida. El piano me brindó fuerza, coraje y valor. Si no, ¿cómo explicas que me muera de vergüenza al romper un silencio incómodo hablando pero que no me importe actuar (o tocando el piano o cantando) en un escenario frente a muchísimas personas?
Antes de leer este libro yo ya admiraba a James Rhodes como concertista de piano porque, joder no hay más que verle, es el puto amo y ha renovado el viejo concepto de "concierto de piano" y lo ha transformado en algo más accesible al mundo además de, obviamente, ser Dios ante las teclas. Ahora, después de haberme metido en su interior gracias a sus palabras, lo admiro muchísimo más. ¿Hola? Este hombre es la perfecta definición de la palabra genio, aunque por dentro esté intentando recomponerse aun a día de hoy. Bueno, tal y como él dice, la mayoría de los compositores de antes estaban chalados, así que él está en la línea (je, je).
Me despido por hoy, muchas gracias por leerme y recordad: LEER ES UN PLACER, NO UNA OBLIGACIÓN.
"La música clásica me la pone dura". Vale, sí. Ya sé que no te esperabas que dijera eso. Esta es la primera frase que aparece en el libro de James Rhodes y es la primera verdad que comparto con él. Vale que yo no tengo nada que pueda ponerse duro (los pezones, supongo), pero quería mantenerme fiel al autor y sudaba de cambiarlo por algo así como "la música clásica hace que se me mojen las bragas". En fin, de todas formas, creo que has pillado el mensaje que quiero transmitir. Quienes realmente me conocen saben que la música y yo somos un binomio indivisible (igualitos que los packs de tomate frito del Mercadona). O bien cantando, o bien tocando el piano, o bien bailando, me la suda. La música es jodida vida. Me da igual de qué puto género sea, me da igual en qué siglo apareció, yo soy capaz de correrme con un nocturno de Chopin y con un solo de guitarra en un temazo de Metallica. La música no entiende de edades, ni de géneros, ni de razas, ni de colores o de jodidos números. La música te hace sentir todo aquello a lo que estés dispuesto o dispuesta (y a lo que no también, no te engañes).
He empatizado tantísimo con James Rhodes que hasta me asusta. Vale, de mí no abusaron repetidas veces cuando tenía seis años, ni he estado en hospitales psiquiátricos ni me he intentado suicidar. Sin embargo, yo también sentía que estaba hundida en la mierda y fue justamente Bach quien me salvó (como a él, mira tú que casualidad). Recuerdo que Salvadora no dejaba de decirme que comprara libros a los que yo les tenía un odio increíble porque eran súper aburridos y consistían en una serie de partituras que estaban llenas de escalas y arpegios para que el estudiante mejorara su técnica, pero no eran una melodía agradable y no transmitían nada. Un ejemplo, del cual también habla Rhodes en el libro, es Czerny. Este fue un pianista y profesor austriaco que tiene millones de libros de ejercicios aburridísimos y que todo pianista conoce. Recuerdo tenerle un asco tremendo a ese libro de color verde moco. De hecho, lo sigo teniendo a día de hoy y cada vez que lo miro tengo un escalofrío. Yo estaba derrotada, incluso pensaba en dejar de tocar porque a mí esos ejercicios no me llenaban y sentía que si todo iba a ser así siempre no me valía la pena seguir con ello. Un día, Salvadora me regaló un libro, me regalo EL libro. Yo estaba ya hartísima de hacer esos ejercicios técnicos día sí y día también y cuando me pidió que me estudiara de memoria el Preludio en sol mayor de Bach (que así dicho te suena a chino, lo sé, pero si lo escuchas seguro que te suena: escúchalo aquí) yo estaba que no cabía en mí de alegría. Por fin iba a tocar algo diferente e interesante. Cuando conseguí tocarlo de cabo a rabo algo se encendió en mí, por fin sentí esa jodida conexión que solamente pueden entender aquellos que tienen algo que aman y que les apasiona, por fin me sentí viva y completa. Menos mal que apareció Bach con su jodido preludio porque si no no sé dónde cojones estaría yo ahora.
Como amante de la música, como intento de pianista, como fiel seguidora de Bach y como fan absoluta de todo lo morbosamente oscuro y trágico, he de decir con cierta rotundidad que este libro es una jodida obra maestra. Es una apología a la vida, al amor, a la música, a la renovación, al crecimiento personal, a la empatía, al dejar de ser egoísta, al dejar de ser la víctima. Este libro encierra entre sus páginas muchísimo más que una puta autobiografía. Tenía la intención de marcarme aquello que despertaba mi interés, pero llegó un punto en el que desistí porque el libro entero estaba haciéndolo. Además, mientras leía, iba escuchando todas aquellas obras que el autor nos pedía que nos pusiéramos de banda sonora a cada capítulo. Os aseguro que si leer un buen libro es grandioso, hacerlo mientras escuchas a Mozart o a Schumann (por decir dos compositores aleatoriamente) es jodidamente orgásmico.
Si este libro tiene un cinco sobre cinco es porque me ha calado, porque consiguió que me emocionara (todavía tengo una resaca emocional de cojones, y eso que hace ya unos días que terminé de leerlo) y porque consiguió que me replanteara la vida. Para mí esta lectura ha sido jodidamente especial, James Rhodes me ha taladrado el alma sin proponérselo. Sinceramente, la música no son solamente notas que entran por tus oídos, son flechas afiladas que van directamente al corazón y que se anclan en él para que sientas que están ahí.
Como ya te he dicho, ahora sí que sé qué significa para mí tocar el piano. Tocar el piano (al igual que bailar o cantar) es para mí estar viva. Me atrevería a decirte que lo que siento mientras toco no lo siento de ninguna otra forma, que tocar el piano hace que me relaje y me estrese al mismo tiempo, que tocar el piano me llena y me vacía por dentro, que tocar el piano hace que mi cuerpo entero se zarandee y espabile. Me da igual estar interpretando un menuet de hace trescientos años o un cover de una canción pop de ahora, me la suda porque el sentimiento es el mismo: vida. El piano me brindó fuerza, coraje y valor. Si no, ¿cómo explicas que me muera de vergüenza al romper un silencio incómodo hablando pero que no me importe actuar (o tocando el piano o cantando) en un escenario frente a muchísimas personas?
Antes de leer este libro yo ya admiraba a James Rhodes como concertista de piano porque, joder no hay más que verle, es el puto amo y ha renovado el viejo concepto de "concierto de piano" y lo ha transformado en algo más accesible al mundo además de, obviamente, ser Dios ante las teclas. Ahora, después de haberme metido en su interior gracias a sus palabras, lo admiro muchísimo más. ¿Hola? Este hombre es la perfecta definición de la palabra genio, aunque por dentro esté intentando recomponerse aun a día de hoy. Bueno, tal y como él dice, la mayoría de los compositores de antes estaban chalados, así que él está en la línea (je, je).
(Bicho es divino. Aaaaaaaaay, que me lo como)
No puedo hacer otra cosa que decirte que te vayas ahora mismo a la librería y te compres este libro. Sinceramente, no puedo hacer otra cosa. Te aseguro que lo disfrutaras. Y no pasa nada si no conoces el mundo de la música (mal llamada) clásica, no pasa nada si no tocas el piano. Si eres fan de la vida, si te apasiona sentir, este es tu libro.
Me despido por hoy, muchas gracias por leerme y recordad: LEER ES UN PLACER, NO UNA OBLIGACIÓN.
Hoooola Ro!!!!
ResponderEliminarAnda que no ha tenido una vida dura este señor, ni nada. A veces las biografías nos hacen abrir los ojos de una forma que desconocemos y eso es de agradecer porqué nos permiten una reflexión interna sobre aspectos que creíamos conocer. Al pobre lo han puteado mucho por su condición sexual y parece mentira que en el siglo en el que estamos siga habiendo tanto abrazafarolas con esa mente cerrada y despótica.
Las cosas es mejor decirlas sin filtro, Ro. Que salgan de dentro es algo bueno, así que no te autoflageles con las reseñas ni te limites al escribirlas. Tu piano para ti es como para mi el dibujo: el aire que respiras. No podrías vivir sin ello, sin poner los dedos en marcha. No sabes como te entiendo, porqué cuando estás ahí el resto no importa: no importa que hayas tenido una mierda de día, que estés harta de todo, cansada, porqué en ese momento estás poniendo tu alma entera a crear. Hay algo más bello que eso? No. Y sí, se podría definir como una droga, una sanadora. Como los abrazos de oso (a ti no te gustan así que te los mando desde la distancia).
Oye, pues cantas bien, puñetera. Vete preparando una escapada las dos juntas a karaoke, que lo petamos (a mi me reservas el 'Como una ola').
Parece mentira la conexión que se crea con algo inanimado (como con Bicho). Pero que sabes que es el instrumento que te permite realizar tus sueños (sí sueños, qué leches, es lo que nos gusta no?). También entiendo el amor que le tienes a Bach -el mismo que le tengo a Holmes- por su 'salvarnos' de una etapa de mierda.
Si te ha emocionado y removido por dentro, que es lo que tienen que hacer las lecturas, es que es sin duda alguna, un buen libro. Trate del tema que trate, en este caso, la música.
Un besote enooorme!!! ♥
PS: joder, qué bien tocas, puñetera.
¡Hola, rebonita!
EliminarSí, tienes toda la razón del mundo. Esta es la primera autobiografía (e incluso biografía a secas jaja) que me digno a leer y porque fue un regalo de mi primo. Me ha enseñado grandes cosas sin ni siquiera proponérselo :)
Si, los filtros nos limitan; sin embargo, sé que hay veces que me paso de la raya y que debería aprender a controlarme un tanto jajaja Y sí, como bien dices, para mí el piano es el aire que respiro. Como para ti el dibujo, son distintas vías de escape que nos ayudan a salir de bucles, es pura droga.
jajajaja muchas gracias, cuando quieras nos marcamos ese karaoke molón.
Un besazo enorme, guapetona.
Hola guapa,
ResponderEliminarEste tipo de novelas no suelen ser muy de mi estilo, pero me ha gustado tanto tu reseña y la pasión que has puesto al hablar de lo que te ha hecho sentir esta historia que me la llevo apuntada y espero disfrutarla tanto como tu, pues tus palabras han sido reveladoras.
Besos y nos leemos.
Hola, bonita.
EliminarMe alegro de que mi pasión haya sido capaz de traspasar la pantalla y llegar hasta ti :)
Ya me contarás qué te parece esta lectura.
Un súper abrazo.
Hola! Tengo a este autor súper anotado en mi lista ya que me lo han recomendado infinidad de veces, espero algún día hacerme con el.
ResponderEliminarBesos
¡Hola, corazón!
EliminarPues yo te lo recomiendo todavía más jajaja.
Espero que puedas leerlo cuanto antes mejor y que te enamore tanto como a mí :)
Un besazo.
¡Hola! ^^
ResponderEliminarSe nota que has disfrutado muchísimo con este libro, pero como siempre soy sincera en mis opiniones tengo que decir que a mí no me atrae nada de nada, así que hay pocas probabilidades de que lo lea. Entiendo que a ti te haya gustado porque te sientes identificada con el autor, pero no creo que yo sintiera lo mismo al leerlo.
Besos!
¡Hola, bombón!
EliminarPara gustos los colores y, si no te atrae, no te obligues a leerlo :)
Un besazo.
¡Hola! Me alegro mucho que hayas disfrutado del libro y me ha gustado mucho leer tu opinión sobre él. A mí la verdad es que no me llama mucho la atención, así que no creo que lo lea.
ResponderEliminarUn beso :)
¡Hola, reina!
EliminarMe alegro de que hayas disfrutado leyendo mi reseña :)
Un súper abrazo.
¡Hola corazón!
ResponderEliminarTe diré que definitivamente no es un libro para mí y que solo los amantes de la música podréis entender mejor que nadie y amarlo más que cualquier otro, aunque digas lo contrario, jejejeje
Tu reseña es definitivamente perfecta joder, llena de vida y sentimiento, es preciosa.
Gracias por compartirla con nosotros.
Un besazo enorme.
¡Hola, reina!
EliminarBueno, a pesar de que el libro no sea para ti, me alegro de que te haya gustado tanto mi reseña. Este son el tipo de cosas que me alegran el día a día :)
Un súper abrazo, cosa guapa.
Holaaa
ResponderEliminarTengo mucha curiosidad por la figura de James Rhodes y me encantaria saber más de él y de todo lo que ha tenido que pasar. Apuntado.
Un besito
¡Hola, reina!
EliminarYa me contarás qué te parece si terminas leyéndolo :)
Un súper abrazo.
Hola!!
ResponderEliminarMe alegro que lo hayas disfrutado, lo tendré en cuenta.
Un saludo :)
¡Buenas!
EliminarYa me contarás si te animas a leerlo :)
Un besazo.
Hola Ro!
ResponderEliminarMe he quedado sin palabras al leer tu reseña, la música nos ayuda de tal manera que mucha gente (los compadezco) no pueden entender. Me a encantado tu pasión y forma de narrarnos lo más profundo de tu ser, muchas gracias por la reseña. Cómo tú dices no tenemos que conocer el mundillo para disfrutar del libro y de la vida, así que me lo apunto y la próxima vez que lo vea en una librería será mio!
Muchas gracias por la reseña,
un abrazo!
¡Hola, rebonita!
EliminarJo, muchas gracias por tus palabras. Espero que leas el libro y que te enamore tantísimo como a mí.
Un súper abrazo, corazón.
Me vas a matar, pero no lo conocia XD creo que tengo que darle una oportunidad. Un saludo!
ResponderEliminarInterpretadoras de letras
desi
¡Hola!
EliminarPues espero que, si terminas dándole esa oportunidad, no te arrepientas de leerlo :)
Un súper abrazo.
Buenas!
ResponderEliminarLa verdad es que este libro nones para minpor mis gustos literarios
Muchas gracias por la reseña
🐾Te espero por el rincón de mis lecturas, un besote
¡Hola, bonita!
EliminarPara gustos, los colores :)
Un beso.
Hola Ro!!
ResponderEliminarAntes de nada, pues sí, eres muy mal hablada (igual que yo, jajajaja). No conocía este faceta tuya, pero me ha gustado mucho cómo cantas, lo haces genial y me imagino que el otro vídeo eres tú tocando. Pues más de los mismo, porque me gusta mucho mucho!! ^^
En cuanto al libro, lo conocía porque tengo un par de amigas que lo han leído y les gustó muchísimo, pero la verdad es que al no ser de mi estilo no sé si sabría disfrutarlo como se merece. Aun así no me cierro en banda, pero creo que cada libro tiene su momento, así que me lo dejo apuntado para cuando ese momento llegue :D
Gracias por la reseña y por mostrarte tal y como eres, por abrirte en canal y mostrarnos tus problemas, tus miedos e inseguridades, pero también por mostrarnos esa faceta tuya que me parece preciosa!!
Besos :33
¡Hola, linda!
EliminarPuf, soy demasiado malhablada jajaja. Muchas gracias por tus palabras (sí, soy yo al piano jeje).
Yo te recomiendo mucho su lectura. Al principio (y eso que toco el piano y blablabla) yo también pensaba que no era un libro para mí porque era una autobiografía y pensaba que iba a ser una pesadilla. Finalmente, no fue así. No me arrepiento para nada de haberlo leído :) ¡Espero que te animes!
Gracias a ti por comentar y por ser tan bonita. Un besazo enorme.
¡Hooooooola, cosa preciosa!
ResponderEliminarTengo que decirte que tu reseña me ha tocado lo más hondo de la patata y no sabes la envidia que me das que sepas con tanta claridad qué es lo que te apasiona y qué es eso que te da vida cuando lo haces. Solo hay que leerte en esta reseña para que uno se de cuenta de cuánto vives tu pasión por la música y como esa conexión con tu piano te completa. Ha sido maravilloso leerte en esta ocasión -siempre lo es pero esta vez aún más- y me alegro de veras de que esta lectura te haya encantado tanto y que hayas conectado a ese nivel con ella.
¡Mil millones de besos para ti!
PD: Monísima cantando con tu micrófono, of course.
PD2: Siempre he querido tocar el piano así que te envidio mucho mucho mucho -pero desde el cariño <3-.
¡Hola, reina!
EliminarJo, muchas gracias por tus palabras, corazón. No te creas que fue fácil, ¿eh? Dar con eso que te vuelve loca y te da la vida es una tarea de lo más ardua; sin embargo, eso sí, cuando das con ello te niegas a soltarlo jamás :) Me alegro de que te haya gustado mi reseña, bonita.
NUNCA ES TARDE PARA APRENDER. Cuando me fui a Valencia a estudiar la carrera y Bicho se quedó abandonado en mi casa, mi padre pensó que no se había gastado miles de euros en él para que nadie lo tocara durante mis 4 años de universidad. Total, que se apuntó a clases de piano con más de 55 años para amortizar la inversión jajaja.
Un besazo enorme, guapetona.
¡Hola, preciosísima Ro!
ResponderEliminarIba a comenzar contándote que he vuelto de mi parón del blog pero es que me parece una nimiedad en comparación a este texto que nos has traído hoy. Porque no sé como llamarlo, definitivamente no es una reseña, es una catarsis de sentimientos que me ha llegado al alma. Si James Rhodes te ha calado hondo, a mí me has calado tú. Me ha parecido un texto tremendamente brutal y hermoso, y en ciertos puntos hasta se me han saltado las lágrimas. Me ha encantado conocerte de esta manera tan íntima y me he enamorado de tu forma de vivir la música. Me ha apasionado tu historia al punto de que quiero verla escrita en una novela, porque lo que tuviste con Salvadora es digno de verlo en todas als estanterías. Quizás tú, por suerte, no hayas pasado por esas experiencias traumáticas del autor, pero yo definitivamente leería tu autobiografía si estuviese narrada de esta forma tan desgarradoramente perfecta, tan brutal, tan "sin filtros". La de Rhodes no es una novela que yo leería pero te juro que me has creado la necesidad de sentir, de vivir sus palabras, y creo que lo haré.
En definitiva, como quería comentarte al principio, siento haberme perdido lo que pueden haber sido un montón de entradas tan perfectas -o casi- como estas, pero ya estoy de vuelta y me muero por seguir leyendo tu blog.
¡Besitos sonámbulos! ★🌙
Vale. Lo voy a reconocer. He leído tu comentario y me he emocionado. Jo, muchísimas gracias por tus palabras, de verdad. Solamente por esto, ha merecido la pena leer el libro y escribir esta reseña. No fue fácil escribirla, abrirse en canal ante todo Dios es algo complejo, pero por cosas como esta no me arrepiento de haberlo hecho. Espero que Rhodes te cale tanto como yo (e incluso más) y que te haga sentir toda clase de emociones. Es un honor tener seguidoras como tú, de verdad.
EliminarUn besazo enorme, reina.
¡Me has encantado!
ResponderEliminarVengo de mi reseña de Instrumental, en la que me dejaste un comentario con este enlace.
Menos mal que lo hiciste^^
La verdad es que la música me gusta y hay compositores y grupos que me flipan, pero de la flauta no pasé XD
Aun así, sentí tanto a Rhodes cuando hablaba sobre ella, y ahora a ti, que me hacen querer escuchar más a Bach y cía.
Ay, y el video que has puesto de la peli de Anastasia, qué voz más bonita.
Es que tengo muchos pensamientos ahora mismo, pero no sé cómo expresarte todo lo que me has transmitido, ha sido una de las reseñas más personales y emotivas que he leído. Adoro cuando a un lector le llega de este manera un libro.
Y totalmente de acuerdo con que es una apología a dejar de ser egoísta y victimista. Dios! el tío es tremendo, todo lo que consigue a pesar de lo que ha sufrido y de todo lo que se ha saboteado.
Ay, me estoy enrollando.
Bueno, eso, que gran entrada :-)
¡Un saludoo!