Reseña 98: Cómo se hace una chica (Caitlin Moran).

Valoración personal:

Fecha de publicación: 2016 (Original: 2014)

ISBN: 978-84-33-97804-2
Número de páginas: 395
Editorial: Anagrama

SINOPSIS 

"Si eres una adolescente con unos kilos de más, te masturbas con sigilo para no despertar a tu hermano pequeño, vives en Wolverhampton, formas parte de una familia numerosa con una economía precaria, tienes un padre con aspiraciones nunca cumplidas de triunfar en la música, que abusa de la botella, y una madre depresiva, la vida puede ser un asco. Si para colmo haces el ridículo en la televisión local leyendo un poema, probablemente ha llegado el momento de tomar una decisión drástica. Empezando por cambiarte el nombre. Así es como Johanna Morrigan se convierte en Dolly Wilde y, sin haber cumplido la mayoría de edad, empieza a dedicarse a la crítica musical en una revista londinense. Y, entre concierto y concierto, la protagonista y narradora de esta novela de iniciación relata sin pelos en la lengua su empeño en convertirse en adulta a base de fumar, beber y dejar de masturbarse con artilugios variopintos para pasar al sexo con hombres no menos variopintos, entre ellos un músico de Brighton poseedor de un miembro viril inhumanamente descomunal.

La autora deja muy claro desde el principio que esto es una novela y no una autobiografía, pero su personaje comparte no pocas experiencias vitales con ella. Después de su explosivo cóctel de feminismo antidogmático e impagables consejos sobre asuntos como la ropa interior, la depilación y el amor en Cómo ser mujer, Caitlin Moran continúa su rompedora indagación en los vericuetos de la feminidad con esta narración escrita con realismo descarnado y humor procaz. La suya es ya una voz femenina imprescindible: contundente, díscola y sobre todo muy, muy divertida."

¿Recordáis que en la entrada anterior os hablé de una librería feminista que descubrí en Madrid y en la que me compré dos libros? Pues este es uno de ellos (el otro lo leeré próximamente y, obviamente, tendrá su reseña). No sabéis el gusto que da entrar en un espacio libre de sexismo, de heteronormatividad y homofobia, de transfobia, de misoginia, de machismo, de... Joder, todas las librerías deberían ser así. Qué cojones: todos los espacios deberían ser así. Además, por si fuera poco, estaba todo genial de precio (compré dos novelas y me costaron unos 20 pavos las dos). Hoy vengo a follarme a la mierda de sociedad en la que vivimos. Lo siento pero calladitas no estamos más guapas, lo siento pero no pienso quedarme parada mientras nos pisotean, nos anulan y nos matan.

Este libro constituye una crítica feminista. Se trata de la historia de una adolescente que no está conforme con quien es y quiere renovarse. Johanna Morrigan ya no quiere ser conocida por la chica gorda, torpe y pobre que vive en un barrio de viviendas de protección en Wolverhampton; quiere convertirse en Dolly Wilde, caer bien a todo el mundo y ser la mejor crítica musical de todo Londres. ¿Será tan fácil como parece o lo va a pasar fatal durante ese largo camino?

No es nada fácil ser una adolescente que quiere encajar en una sociedad cerrada herméticamente por todas partes, ¿verdad? No es fácil de per se, pero es menos fácil todavía si eres una chica. Esperad, esperad. Es menos fácil todavía si eres una chica pobre. ¡Ah! Es menos fácil todavía si eres una chica pobre y gorda. ¡Eh, un momento! Es menos fácil aún si eres una chica pobre, gorda, torpe, con inquietudes, que quiere explorar la sexualidad, que quiere ser besada y follar, que quiere conocer el mundo, que quiere ser libre, que quiere permitirse soñar con cosas que algún día podrá cumplir. Pobre Johanna, ¿eh? Lo tiene jodido.

Vayamos poquito a poquito. La historia comienza con una Johanna de 14 años que vive con sus padres y sus hermanos. Por un lado, su padre es un músico que pasa más tiempo borracho que sobrio y que, aunque tiene buen corazón, se dedica a hacer el ridículo constantemente intentando salir a flote y ganar dinero gracias a la música. Su madre, por su parte, está y no está. Siempre está de cuerpo presente pero su mente a saber dónde está. Está sumida en una especie de depresión postparto desde que dio a luz a los dos gemelos (ni siquiera les ha puesto nombre todavía). Su hermano mayor, Krissi,  vive a su bola y su otro hermano pequeño, Lupin, es simplemente un niño inquieto. Esta familia numerosa vive en una situación más que sumamente pobre y tiene que buscarse la vida continuamente para poder salir hacia delante (su padre finge ser un minusválido -nunca me ha gustado esa palabra- para cobrar ciertas ayudas).

Es hora de romper tabúes, de alzar la voz y de no dejarnos amilanar. Dicen que la historia siempre la escriben los vencedores y, hasta ahora, nosotras hemos ganado más bien poco. Basta ya. Caitlin Moran decide escribir la historia, la verdadera historia y no la que nos han querido pintar preciosa mientras morimos, nos pegan, nos humillan y nos dejan caer en la sumisión y el olvido. La autora, por si fuera poco, nos escribe esta historia con una pluma brillante, sarcástica, inclusiva, sin florituras, irónica, directa, ágil y directa a la yugular del lector. Como buena crítica de televisión que es, esta periodista británica llena su obra de referencias culturales. Esto ha hecho que, en ciertos momentos clave de la historia, no entendiera ciertas bromas o comentarios que la protagonista hace porque no conozco esos programas de televisión -por eso tiene un poquito menos de nota-.

Al abrir el libro y leer la primera escena del primer capítulo ya te imaginas que esta historia no es una historia corriente: una Johanna de catorce años se masturba mientras su hermano Lupin duerme. Oh, primer tabú que se va a la mierda. Parece ser que si un adolescente se mata a pajas es lo normal, pero si lo hace una adolescente la sociedad nos dice "joder, menuda guarra". ¿En serio? Anda y ve a que te la pique un pollo, capullo. La masturbación femenina no es distinta a la masculina. Todo en la vida de nuestra pequeña guerrera es un desastre y está harta de ello. Ella tiene que cambiar las cosas y, para ello, va a trabajar duro. Johanna ya no quiere ser Johanna, quiere encajar y tomar las riendas de su propia vida, por lo que decide convertirse en Dolly. Al contrario que Johanna, Dolly es una tía segura de sí misma, que cree en lo que hace y en su verdad. Dolly adora la música rock, Dolly consigue un puesto de trabajo como crítica musical en una revista de Londres y se convierte en la Risto Mejide del mundillo (ya sabéis, no hace más que escribir sobre lo mucho que les odia a todos porque se da cuenta que ese rollo borde y malote atrae a la gente), Dolly siempre lleva chistera como Slash, Dolly adora el color negro y llenarse los ojos de eye-liner, Dolly fuma y bebe, Dolly... ¿Es realmente Dolly lo que Johanna quiere ser o lo que la sociedad le dice que tiene que ser? Oh.

Vamos a acompañar a Johanna a lo largo de la ardua tarea de convertirse en Dolly. Vamos a ser partícipes de cómo intenta encajar, de cómo piensa detalladamente qué decir y cuándo para convertirse en el ídolo de todo aquel que la rodea, de cómo comienza a interiorizar la idea de quién quiere ser. Johanna va a conocer a mucha gente, va a hablar, va a relacionarse, va a explorar su sexualidad,... Va a vivir.

Dolly trabaja como crítica musical en una revista de rock pero, oh, no conoce ese tipo de música. ¿Qué hace? Pues emplea el poco dinero que tiene en conseguir mucha música y la oye a todas horas para empaparse de esos grupos que desconocía y así poder hablar con propiedad. Esta música le abre todo un mundo y, conforme los años pasan, la Dolly de 1992 y de 16 años ya es casi toda una experta en música. Así es cómo consigue catalogar la música de la década de los noventa en tres grandes grupos. En primer lugar conoce la música que denomina "ruido blanco". Esta es simplemente una música que, según ella, no falla ni se cae, sin defectos, una música que te da combustible que te guía. Luego está la música de los adolescentes de clase trabajadora. Este tipo de música da fuerza y esperanza, da visibilidad a los invisibles: es toda una crítica en si misma. Por último y no menos importante, Dolly descubre a las mujeres feministas que crean música: las chicas Riot. Estas, según sus propias palabras, son unas auténticas guerreras, van vestidas con enaguas y botas bastas y resistentes. Las canciones que escriben son como conversaciones de borracho con los amigos, en el pub, justo antes de empezar a bailar encima de las mesas.

"Oír a mujeres cantando canciones sobre ellas mismas, y no a los hombres cantando sobre las mujeres, hace que de repente todo parezca maravillosamente claro, y posible. Toda mi vida he creído que si no podía decir algo que los chicos encontraran interesante, más valía que me quedara callada. Sin embargo ahora me doy cuenta de que existía otra mitad del mundo, invisible (las chicas), con las que sí podía hablar. Otra mitad igual de silenciosa y frustrada que yo, que esperaba recibir la mínima señal de salida (el mínimo cultivo iniciador) para explotar y liberar palabras, canciones, acción y gritos eufóricos de alivio: "¡Yo también! ¡Yo siento lo mismo" La noticia ha llegado a Gran Bretaña: en Estados Unidos ha surgido otro tipo de chicas. Chicas a las que les importa un cuerno todo. Chicas que se atreven a lo que sea. Chicas que hacen lo que hacen porque lo hacen otras chicas. Chicas a las que les caería bien una chica como tú".

Además, dentro de esta búsqueda introspectiva, nuestra protagonista es virgen y nunca se ha besado con nadie. Ella quiere descubrir su sexualidad, quiere perder la virginidad y conocer eso de lo que todo el mundo habla maravillas. Porque sí, gente, sí: las mujeres también sentimos curiosidad por el sexo, también nos masturbamos, también hablamos abiertamente sobre ello, también nos gusta sudar, gemir y tener orgasmos, en definitiva, también somos personas. Normalmente, en las novelas que acostumbramos a leer, son los personajes masculinos los que nos guían a través del sexo y que nos ayudan a deshacernos del desconocimiento y la inseguridad. Aquí no, ratones. Mirad qué dijo la autora sobre este tema:

"Me perturbaba haber escuchado a mujeres decir que querían salir con alguien como Christian Grey. Yo he salido con uno así. No es divertido. En el libro, Anastasia no está interesada en el sexo; no se masturba, nunca se ha acostado con nadie, es virgen. Cuando está con Christian solo se pone porque saber que él se pone. Pero, ¿y su propia sexualidad? Las mujeres tenemos los mismos deseos".

Hablando alto y claro: los polvos no se terminan cuando tú te corres, querido, yo también existo. 

Este libro es una reivindicación al poder de decisión. Dolly da por hecho que tiene que responder que sí a todo lo que se le dice para que no la excluyan, que la acepten, para sentirse parte de algo. Hay que quererse, hay que confiar en una misma y hay que vivir estando conforme con quien se es. Como bien he leído en otras reseñas y críticas de este libro, una manifestación política dura un día y se desvanece pero un libro o una película permanecen: son eternos. La literatura es una de las mejores armas para el cambio social, ratones.

En definitiva, y para concluir, os digo que tenéis que leer esta historia. No es por la trama de la novela en sí (que tampoco es nada del otro mundo) si no más bien por la protagonista y por su mundo interior. No es la primera vez que digo, respecto a una novela, que hay que saber escucharla y leer entre líneas. Eso mismo tenéis que hacer cuando leáis esta historia, indagar e intentar buscar vuestra verdad entre la vida de Johanna Morrigan. El mundo necesita más personas como Caitlin Moran.

Me despido por hoy, muchas gracias por leerme y recordad: LEER ES UN PLACER, NO UNA OBLIGACIÓN.