Reseña 95: Trainspotting #1 - Trainspotting (Irvine Welsh).

Valoración personal:

Fecha de publicación: 1999 (Original: 1993) 

ISBN: 978-84-33-96643-8
Número de páginas: 354
Editorial: Anagrama

SINOPSIS 

"Muy pocas veces alguien se atrevió a recomendar tan fervientemente una novela. "Merece vender más ejemplares que la Biblia", afirmó Rebel Inc., una insolente revista literaria escocesa. De inmediato celebrada por los críticos más escritor pero leída también por aquellos que raramente se acercan a los libros, Trainspotting se convirtió en uno de los acontecimientos literarios -y también extraliterarios- de la última década. Fue rápidamente adaptada al teatro y luego llevada a la pantalla por Danny Boyle, uno de los jóvenes prodigio del cine inglés. Sus protagonistas son un grupo de jóvenes desesperadamente realistas -ni se les ocurre pensar en el futuro: saben que nada o casi nada va a cambiar-, habitantes del otro Edimburgo, el que no aparece en los famosos festivales, capital europea del sida y paraíso de la desocupación, la miseria y la prostitución, embarcados en una peripecia vital cuyo combustible es la droga, "el elixir que les da la vida y se la quita". Welsh escribe en el áspero, colorido, vigoroso lenguaje de las calles. Y entre pico y pico, entre borracheras y fútbol, sexo y rock and roll, la negra picaresca, la épica astrosa de los que nacieron en el lado duro de la vida, de los que no tienen otra salida que escapar o amortiguar el dolor de existir con lo primero que caiga en sus manos."

No sé si recordaréis que hace un par de entradas comencé diciendo que quería escribir la reseña de un libro que me había encantado pero que no sabía cómo hacerlo porque había tantas cosas que quería decir que terminaba sin decir nada. Pues aquí estoy, voy a intentarlo. No sé cómo va a quedar esto, así que no me juzguéis por ello.

¿Quién no sabe a estas alturas de la vida que cuanto más oscuro y enrevesado sea un personaje más me enamora? Si nos regimos por esa premisa, era imposible que no terminara rendida a los pies de Irvine Welsh tras esta lectura. Vamos a ver, ¿una novela en la que todos y cada uno de los protagonistas son la escoria de una sociedad que quiere aparentar que es lo más? Venga ya, estaba claro que este libro era para mí. Repito aquello que dije en el comentario que hice en Goodreads (agregadme y estaré encantada de convertirme en vuestra amiga virtual) sobre este libro: "Esta es una lectura que no todo el mundo disfrutará, tienes que ser un tipo específico de lector para ello".

Primero os voy a contar un poco lo que esconden estas páginas para poneros en antecedentes antes de hablar de todo. Esta novela esta protagonizada por un grupo de jóvenes, aunque el que más destaca entre ellos es Mark Renton. Él es al que se le presta una mayor atención (es algo así como "el protagonista entre los protagonistas"). Sabéis que en el país de los ciegos, el tuerto es el rey, ¿no? Pues es lo que le pasa a a Rents (ya sabéis que yo me tomo la licencia de llamar a los personajes como si fueran mis amigos). Digamos que él es el que está menos perdido de todos, aunque está perdidísimo en la vida. Él se abraza a la heroína y al humor negro para tapar su odio hacia el género humano y su depresión profunda. Otro de los integrantes del equipo es Simon Williamson, más conocido como Sick Boy. Podríamos decir que él es el tipo frío, calculador y mujeriego que no dudaría en vender a cualquiera a cambio de sacar beneficios para él. Es el mejor amigo de Rents desde hace mucho, pero no dudaría ni un segundo en pasar de él si eso le supusiera una ventaja personal. También está Francis Begbie, Franco para los amigos, quien es un chalado de categoría que no duda en buscar excusas para pegarse con cualquiera que le lleve la contraria. En realidad está en el grupo porque los demás le temen y no porque sean amigos realmente. De hecho, él piensa que todos los demás son escoria porque son drogadictos (aun siendo él un alcohólico de cuidado y estando enganchado de una forma psicopatológica a la violencia). Me he dejado lo mejor para el final, ¿está mal que me haya enamorado de un drogadicto empanado al que el mundo no deja de cagársele encima? Puede ser. Daniel Murphy. Mi pequeño Spud es el que despierta un mayor instinto de protección entre los integrantes del grupo, aunque se aprovechan de que es realmente ingenuo continuamente. Él es, con diferencia, el más abierto y simpático del grupo (un detalle que me cautivó es que adora y respeta a los animales, yo me caso). En su caso, se droga porque le gusta y punto; Spud cree que no puede hacer nada mientras la sociedad en la que vive se desmorona, por lo que adopta una actitud indiferente ante la vida.

Además de este curioso grupo, aparecen muchos personajes secundarios que intervienen en la historia. Dos ejemplos son Dianne Coulston, una adolescente con la que Rents se acuesta sin saber su verdadera edad, y Tommy Lawrence, quien hace muy poco que está en el mundo de las drogas (prefiere el speed antes que la heroína) y a quien su novia abandona sumiéndole en una espiral de autodestrucción.

"- ¿Qué es lo que hace por ti, Mark?

- De verdad que no lo sé, Tam, es que no lo sé. Es como si hiciera que las cosas fuesen más reales para mí. La vida es aburrida y fútil. Empezamos con grandes esperanzas y después nos acojonamos. Nos damos cuenta de que todos vamos a morir, sin encontrar realmente las grandes respuestas. Desarrollamos todas esas ideas de largo alcance que se limitan a interpretar la realidad de nuestras vidas de distintas maneras, sin extender nuestro cuerpo de conocimientos que realmente merecen la pena sobre las grandes cosas, las cosas reales. Básicamente, vivimos una vida corta y decepcionante;  a continuación morimos. Llenamos nuestras vidas de mierda, de cosas como carreras o relaciones para convencernos a nosotros mismos de que no carece todo de sentido. El caballo es una droga honesta, porque te arranca esas ilusiones. Con el caballo, cuando te sientes bien, te sientes inmortal. Cuando te sientes mal, intensifica la mierda que ya está ahí. Es la única droga realmente honesta. No altera tu estado de conciencia. Sólo te da un colocón y una sensación de bienestar. Tras eso, ves la miseria del mundo tal cual es, y no puedes anestesiarte contra ella." 

(Conversación entre Tommy y Rents).

El libro está dividido en siete especie de partes. Cada una contiene una serie de capítulos en las que se van alternando anécdotas de nuestros personajes. A priori, parecen no tener relación la una con la otra pero, al terminar de leer la historia, la conexión es más que evidente. Aquí entra en juego el punto por el cual esta novela tiene un cuatro y no un cinco. Hay tantos personajes que, al principio y hasta que no les pillas el punto a cada uno, cuesta ver quién de todos ellos está narrando y protagonizando esa parte de la historia. Una vez ya presentados los personajes y una vez conoces cómo piensan-actúan-hablan, es fácil saber quién es el protagonista de esa anécdota. Eso sí, aunque cada vez que lees algo nuevo sobre uno de los personajes te entran ganas de abofetearle y de besarle al mismo tiempo, hay que reconocer que terminas cogiéndoles tanto cariño que piensas "son unos gilipollas de mierda todos, pero son mis gilipollas y me encantan".

Irvine Welsh nos presenta la cara oculta de la sociedad del Edimburgo de los años finales de la década de los 80. El autor, de la mano de una pluma brutal, directa, sin florituras y sin miramientos, realiza una cruda representación de la espiral de drogas, violencia y delitos en la que muchos jóvenes se perdieron. Los personajes evolucionan, no siempre para bien, dejando clara la influencia de la droga en sus vidas. Además, por si fuera poco, tanto la jerga como las actuaciones de cada personaje van completamente acorde con su forma de ser y de pensar. Una de las cosas que más me ha llamado la atención de cómo escribe el autor es su forma de describir las escenas en las que los personajes se metían heroína. El señor Welsh te lleva de la mano a través del colocón, lo narra con tanta claridad y brutalidad que es terrorífico darte cuenta que estás sintiendo lo mismo que el personaje mientras se droga. Este libro es un vivo reflejo de la sociedad, es un reflejo de la realidad vivida por entonces sin tapujos ni trapos de por medio que intentan cubrir la miseria para que tan solo nos fijemos en lo bonito y grande que era el Edimburgo de por entonces.

Cuando digo que esta no es una lectura para cualquiera, que se tiene que ser un tipo determinado de lector, es porque se trata de una historia algo complicada de leer, tanto por sus personajes (que despiertan una relación de amor-odio muy intensa y es muy difícil decantarse por una de las dos partes de ese binomio) como por sus partes entre escatológicas y desagradables. Es una lectura que se dirige a un público que tenga la mente más que totalmente abierta, una mente que no se escandalice cuando lea sobre bebés muertos, escenas de sexo, escenas en las que hay mierda (mierda literal, caca, heces, ya sabéis) que sale disparada por todas las partes de la habitación en la que están, escenas sexuales entre parientes políticos, ... Bueno, ya os hacéis una idea. En definitiva, si eres fan de la "literatura sucia y lúgubre", este es un libro para ti sin duda alguna.

Este libro tiene una segunda parte, Porno, una secuela en la que se narran hechos que tienen lugar una década después de lo que ocurre en este. También tiene una precuela, Skagboys, en la que damos un salto temporal al pasado, antes de este libro, para ver cómo nuestros protagonistas llegan a sumirse en el mundo de las drogas, la violencia y la delincuencia. La secuela la pienso leer dentro de muy poco, porque la tengo en mis estanterías y me muero de ganas de hacerlo. Lo mismo ocurrirá cuando tenga en mis manos la precuela. 

No puedo olvidarme de que también vi la película (a pesar de que ya sabéis que a mí no me gusta ver cosas que hayan surgido de libros que me he leído) porque me hablaron súper bien de ella y quería ver si era cierto lo que me decían. Tengo que reconocer que me encantó y que fue todo un descubrimiento; sin embargo, me faltó que me despertara esa relación amor-odio que el libro me regaló, me faltó que Spud me arrancara el corazón, me faltaron varias escenas míticas del libro, me faltó, en definitiva, que fuera el libro.

Lo que para estos capullos adorables es la heroína, siguiendo el hilo de las drogas, para mí ha sido este libro. A pesar de que hay que reconocer de que el principio se me hizo algo lento y que creo que el final podría haberse desarrollado un poco más, yo no podía dejar de leer y soltar el libro era un trabajo costoso para mí. En el libro hay una cita que me vine como anillo al dedo:

"Nunca hay ningún verdadero dilema con la droga. Sólo los hay cuando se acaba."

No hay ningún verdadero dilema con este libro, porque solamente lo hay cuando se termina de leer.

Me despido por hoy, muchas gracias por leerme y recordad: LEER ES UN PLACER, NO UNA OBLIGACIÓN.